.
Rafael Termes publica el 11 de octubre de 2004 en “EL país” (http://www.almudi.org/tabid/36/ctl/Detail/mid/379/nid/940/pnid/0/Default.aspx)un artículo con la intención de persuadir a los lectores de éste y, más concretamente, a cargos políticos para que no voten a favor de la ley que aprueba el matrimonio entre personas del mismo sexo.
Termes denuncia en repetidas ocasiones que aprobar dicha ley afectaría negativamente al bien común, y para evitar no ser escuchado por acusarse católico, busca respaldarse en filósofos como Platón o Aristóteles, quienes nacidos antes de Cristo no pueden ser Cristianos, sin embargo, Platón defendía la purificación Ascética que era conducta según la cual el hombre debía abstenerse de las pasiones del cuerpo y dedicarse sólo al alma para encontrar la salvación después de la muerte, teoría que recuerda mucho al Cristianismo, así que, no es difícil pensar que la recta razón de la que habla Platón puede ser confundida e incluso connotada con la doctrina cristiana. Y, siguiendo en la línea de la filosofía, ahora presiona diciendo que “dar la satisfacción a un reducido número de personas, perjudica la verdadera institución matrimonial…“. Sin embargo, autores como Mill (aunque es más contemporáneo) defienden que el bien común, entendido como felicidad colectiva, deriva de la felicidad individual.
El autor también hace mención a la Constitución, aludiendo a que legalizar el matrimonio sería legislar contra ésta, en mi opinión, la Constitución está siendo cambiada o, por así decirlo, actualizada constantemente. Aún defendiéndose, como hace el autor, con el argumento de la tradicionalidad, hay que tener en cuenta que el mundo evoluciona, avanza y que hay que adecuar las leyes o la tradición a lo que realmente está pasando, es decir, pongamos por ejemplo que hubiésemos quemado las primeras ruedes por el hecho de que nunca se han usado, o que las mujeres no pudieran acceder a los estudios por que jamás habían sido sujeto de ellos antes, en tal casi el mundo quedaría estancado.
Por si el argumento de tradicionalidad no bastaba a los lectores, el Académico asegura que los matrimonios homosexuales “no aseguran la procreación y la supervivencia de la especie humana”, aunque, a mi parecer, esta afirmación carece de sentido puesto que como dice el autor ya no hay una estrecha relación entre paternidad y matrimonio, coincido en que un matrimonio entre dos hombres no puede asegurar la procreación, pero matizo que sí que pueden asegurar la supervivencia de la especie así como puede hacer ambas cosas el matrimonio entre dos mujeres. Y destacando de nuevo el argumento de Termes de la destrucción de “la relación entre matrimonio y paternidad” con relación al matrimonio homosexual, puntualizar que parejas heterosexuales también optan por no tener hijos o los tienen fuera del matrimonio.
Finalmente, concluye haciendo una petición a los parlamentarios llamados a votar, en la que expone que “si son de verdad humanistas, deben votar en contra del proyecto ya que votar a favor es ir en contra de la ley natural, de acuerdo con cuyos principios tanto la historia como la recta razón ponen de manifiesto que el matrimonio sólo pude ser contraído por personas de distinto sexo”, con ello el autor muestra una contradicción en su artículo, ya que ha empezando diciendo que no es cosa de católicos, y termina concluyendo en que se trata de tradición y de Dios bajo el disfraz la recta razón.